“Regala al mundo lo mejor de tí,” “siente el sabor de vivir,” “la alegría de Pepsi,” “nueva generación,” “tome una Coca y sonría,” entre otras, son algunas de los frases utilizadas por las compañías que mercadean las sodas más populares en el mercado. Al probar las “exito-toxinas” contenidas en estas gaseosas, ¿quién quiere pensar en diabetes tipo 2, osteoporosis, los químicos que pueden causar cáncer o las células embriónicas de riñón de humanos abortados (receptores de sabor humanos) que se utilizan en la confección de algunas de estas bebidas?
¿Qué sucede cuando tomas sodas? La naturaleza altamente adictiva de los endulzantes artificiales y la azúcar en las sodas pueden funcionar como una droga que te prepara para desear drogas más fuertes (en inglés: gateway drugs). Aumentan los niveles de azucar en sangre, se afecta la flora bacteriana normal del intestino, aumenta el crecimiento de Cándida, una levadura que puede crear cambios en los estados de ánimo y la forma como metabolizas la los carbohidratos, convirtiendose en un riesgo para aumentar de peso. Las sodas contienen agua carbonatada y ácido fosfórico lo que convierte este tipo de bebida en una sumamente ácida. Se necesitan alrededor de 25 vasos de 8 onzas de agua para neutralizar el efecto ácido en el pH de la sangre al tomar una soda de 16 onzas.
Estos ácidos afectan el esmalte de los dientes y le roban el calcio a los huesos. El calcio que pierden los huesos, pasa a la sangre y muchas veces se acumula en los riñones para aumentar los riesgos de formación de piedras. Cuando decides utilizar una soda de dieta, el aspartame, es mucho más dañino. Se han enumerado 92 efectos perjudiciales a la salud causados por esta neurotoxina.
Otros riesgos obtenidos de estudios clínicos a largo plazo al ingerir una dieta regular y sodas demostraron un aumento en: infartos cardíacos, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, apoplejías, osteoporosis, diabetes tipo 2, síndrome metabólico (aumento de triglicéridos), enfermedad de hígado graso, fallos hepáticos y obesidad. Laboratorios de sangre mostraron niveles más altos de inflamación en los vasos sanguíneos y niveles bajos de HDL (colesterol bueno) en personas que ingieren sodas.
Los endulzantes artificiales como fructosa, aspartame y Splenda no son una alternativa saludable en las bebidas de dieta. Este tipo de endulzante hace que las personas deseen tomar más sodas aún cuando no tengan sed. Descontrolan los mecanismos reguladores de azúcar en el cuerpo produciendo confusión y dañando la capacidad para compenzar del organismo. Otros riesgos a la salud de estos endulzantes incluyen: migrañas, depresión, tinitus, taquicardia y hasta convulsiones. Esto debido a que se engaña el cerebro y se produce una deficiencia de glucosa, necesaria para las funciones vitales del sistema nervioso. El uso prolongado puede producir cáncer de pancreas y del hígado.
Unas 2 generaciones atrás, una soda de 12 o 16 onzas, hecha con azúcar real, ingerida ocacionalmente durante alguna actividad no necesariamente representaba un mayor peligro. A partir del 1985 el consumo de sodas promedio por persona a aumentado de 10 galones al año a más de 25 galones. Los jóvenes de hoy día, podrían estar ingiriendo 40-60 onzas por día, lo que deberían tomar de agua pura. Existen grupos que estan abogando por incluir advertencias en las etiquetas de las bebidas gaseosas.
Aunque no es nuevo que las sodas pueden afectar su salud, el problema es que muchas personas no les interesa saber. Sigue siendo un peligro el ignorar estos daños. Cuando el cuerpo tiene sed, solo se le debe proveer: agua.
Adaptado de: “Biologist calls sodas and fizzy beverages evil” - www.naturalnews.com
CAT | Alimentación
¿Alguna vez has considerado el peligro de comer proteína animal ante los riesgos a los que te expones de desarrollar cáncer?
Cuando la proteína animal se calienta a altas temperaturas, los aminoácidos y la creatina se transforman en peligrosos agentes carcinogénicos. Un estudio realizado en Uruguay en 1997, indicó que comer carne puede aumentar entre un 220 y 770 por ciento los riesgos de cáncer.
Las grasas saturadas de los productos lácteos y las carnes envenenan nuestro cuerpo. Estas grasas hacen nuestras células resistentes a la insulina. Esto hace que la insulina se eleve en la sangre, lo que puede aumentar 283% los riesgos de cáncer de seno.
Las grasas saturadas de animales son transformadas también por las bacterias del colon en potentes carcinógenos. Los radicales de oxígeno transforman estas grasas en potentes estimulantes de procesos inflamatorios y la inflamación sirve de combustible para el desarrollo de cáncer.
La grasa de las carnes sirve de almacén a una gran cantidad de toxinas que incluyen: pesticidas, antibióticos, hormonas y promotores de crecimiento. En esta combinación de toxinas se encuentra el factor de crecimiento de insulina (IGF-1), conocido como el más potente estimulador de cáncer de seno.
Los animales que se crían para consumo y los productos lácteos son la fuente principal del factor de crecimiento de insulina. El uso constante de hormonas de crecimiento aumentan la posibilidad de este factor de insulina en nuestro cuerpo. Las toxinas ambientales, como fertilizantes, pesticidas, herbicidas y otros químicos ambientales como las dioxinas tienen un efecto estrogénico en las células. El estrógeno acelera la división celular aumentando así la posibilidad de ciertos tipos de cáncer.
Cuando las carnes son cocidas a temperaturas altas, se producen unas substancias llamadas aminas heterocíclicas. Estas moléculas atacan el DNA y destruyen su código vital de manera que aumentan considerablemente los riesgos de desarrollar cáncer. Cuando las carnes son preparadas a la parrilla aumenta aún más la producción de éstas substancias.
Un estudio realizado en el Medical College of Ohio y publicado en la revista Carcinogénesis en 1999, encontró una enzima en el tejido del seno “N-acetyltransferasa” que activa los agentes carcinógenos contenidos en la carne y en el cigarrillo. Un grupo de mujeres que tienen en sus tejidos un sub tipo de ésta enzima, que comen carne y fuman, pueden aumentar hasta 400% los riesgos de cáncer. ¿Qué alternativa real podemos tener para disminuir estos riesgos?
En una ocasión Albert Einstein se expresó sobre la dieta: “Nada beneficiaría la salud y aumentaría las probabilidades de sobrevivencia en la Tierra como la evolución hacia una dieta vegetariana.”
“La dieta vegetariana previene el cáncer. Muchos estudios epidemiólogos y clínicos muestran que los vegetarianos tienen un cincuenta porciento menor de riesgo de morir de cáncer que los no-vegetarianos. Los vegetarianos son también menos afectados por el cáncer de colon. Lo que se come del animal casi siempre es alto en grasa y muy bajo en fibra. La carne y productos lácteos contribuyen a muchos tipos de cáncer, incluyendo los de colon, mama, próstata y otros órganos. El cáncer de colon ha sido directamente asociado al consumo de carne. Las dietas ricas en grasa estimulan la producción de estrógenos, en particular de estradiol, altos niveles del cual se asocian al cáncer de mama”. Vea más de esta información en www.pcrm.org en un artículo titulado Dieta vegetariana poderosa para la salud.
En casi todas las patologías se combinan factores propios del individuo, muchas veces con base genética así como con otros factores ambientales y hasta de actitud o comportamiento. La salud, tanto como la enfermedad, son estados que para nada son simples; sino que dependen de un sinnúmero de factores que pueden coincidir en la persona. Por tu salud, mejora tu estilo de alimentación y sobre todo, considera no seguir comiendo carnes.
http://www.doctornormangonzalez.com/blog
Cuando la proteína animal se calienta a altas temperaturas, los aminoácidos y la creatina se transforman en peligrosos agentes carcinogénicos. Un estudio realizado en Uruguay en 1997, indicó que comer carne puede aumentar entre un 220 y 770 por ciento los riesgos de cáncer.
Las grasas saturadas de los productos lácteos y las carnes envenenan nuestro cuerpo. Estas grasas hacen nuestras células resistentes a la insulina. Esto hace que la insulina se eleve en la sangre, lo que puede aumentar 283% los riesgos de cáncer de seno.
Las grasas saturadas de animales son transformadas también por las bacterias del colon en potentes carcinógenos. Los radicales de oxígeno transforman estas grasas en potentes estimulantes de procesos inflamatorios y la inflamación sirve de combustible para el desarrollo de cáncer.
La grasa de las carnes sirve de almacén a una gran cantidad de toxinas que incluyen: pesticidas, antibióticos, hormonas y promotores de crecimiento. En esta combinación de toxinas se encuentra el factor de crecimiento de insulina (IGF-1), conocido como el más potente estimulador de cáncer de seno.
Los animales que se crían para consumo y los productos lácteos son la fuente principal del factor de crecimiento de insulina. El uso constante de hormonas de crecimiento aumentan la posibilidad de este factor de insulina en nuestro cuerpo. Las toxinas ambientales, como fertilizantes, pesticidas, herbicidas y otros químicos ambientales como las dioxinas tienen un efecto estrogénico en las células. El estrógeno acelera la división celular aumentando así la posibilidad de ciertos tipos de cáncer.
Cuando las carnes son cocidas a temperaturas altas, se producen unas substancias llamadas aminas heterocíclicas. Estas moléculas atacan el DNA y destruyen su código vital de manera que aumentan considerablemente los riesgos de desarrollar cáncer. Cuando las carnes son preparadas a la parrilla aumenta aún más la producción de éstas substancias.
Un estudio realizado en el Medical College of Ohio y publicado en la revista Carcinogénesis en 1999, encontró una enzima en el tejido del seno “N-acetyltransferasa” que activa los agentes carcinógenos contenidos en la carne y en el cigarrillo. Un grupo de mujeres que tienen en sus tejidos un sub tipo de ésta enzima, que comen carne y fuman, pueden aumentar hasta 400% los riesgos de cáncer. ¿Qué alternativa real podemos tener para disminuir estos riesgos?
En una ocasión Albert Einstein se expresó sobre la dieta: “Nada beneficiaría la salud y aumentaría las probabilidades de sobrevivencia en la Tierra como la evolución hacia una dieta vegetariana.”
“La dieta vegetariana previene el cáncer. Muchos estudios epidemiólogos y clínicos muestran que los vegetarianos tienen un cincuenta porciento menor de riesgo de morir de cáncer que los no-vegetarianos. Los vegetarianos son también menos afectados por el cáncer de colon. Lo que se come del animal casi siempre es alto en grasa y muy bajo en fibra. La carne y productos lácteos contribuyen a muchos tipos de cáncer, incluyendo los de colon, mama, próstata y otros órganos. El cáncer de colon ha sido directamente asociado al consumo de carne. Las dietas ricas en grasa estimulan la producción de estrógenos, en particular de estradiol, altos niveles del cual se asocian al cáncer de mama”. Vea más de esta información en www.pcrm.org en un artículo titulado Dieta vegetariana poderosa para la salud.
En casi todas las patologías se combinan factores propios del individuo, muchas veces con base genética así como con otros factores ambientales y hasta de actitud o comportamiento. La salud, tanto como la enfermedad, son estados que para nada son simples; sino que dependen de un sinnúmero de factores que pueden coincidir en la persona. Por tu salud, mejora tu estilo de alimentación y sobre todo, considera no seguir comiendo carnes.
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